ENEAGRAMA TIPO 4

Visión General del Tipo Cuatro

Hemos denominado a este tipo El Individualista porque los Cuatros mantienen su identidad viéndose a sí mismos como fundamentalmente diferentes de los demás. Los Cuatros sienten que son distintos a otros seres humanos y, en consecuencia, que nadie puede entenderlos o amarlos adecuadamente. A menudo se ven a sí mismos como talentosos de manera única, poseedores de dones especiales, únicos en su especie, pero también como desfavorecidos o defectuosos de manera única. Más que cualquier otro tipo, los Cuatros son agudamente conscientes de y se enfocan en sus diferencias y deficiencias personales.

Los Cuatros saludables son honestos consigo mismos: poseen todos sus sentimientos y pueden mirar sus motivos, contradicciones y conflictos emocionales sin negarlos ni blanquearlos. Puede que no necesariamente les guste lo que descubren, pero no intentan racionalizar sus estados, ni tratan de ocultarlos a sí mismos o a los demás. No tienen miedo de verse "con todas sus imperfecciones". Los Cuatros saludables están dispuestos a revelar cosas muy personales y potencialmente vergonzosas sobre sí mismos porque están determinados a entender la verdad de su experiencia, para poder descubrir quiénes son y llegar a términos con su historia emocional. Esta habilidad también permite a los Cuatros soportar el sufrimiento con una fuerza tranquila. Su familiaridad con su propia naturaleza más oscura hace que les sea más fácil procesar experiencias dolorosas que podrían abrumar a otros tipos.

No obstante, los Cuatros a menudo informan que sienten que les falta algo en sí mismos, aunque pueden tener dificultades para identificar exactamente qué es ese "algo". ¿Es voluntad? ¿Facilidad social? ¿Autoconfianza? ¿Tranquilidad emocional?—todo lo cual ven en otros, aparentemente en abundancia. Con el tiempo y la perspectiva suficiente, los Cuatros generalmente reconocen que no están seguros sobre aspectos de su autoimagen—su personalidad o estructura del ego misma. Sienten que les falta una identidad clara y estable, particularmente una personalidad social con la que se sientan cómodos.

Si bien es cierto que los Cuatros a menudo se sienten diferentes a los demás, no quieren realmente estar solos. Pueden sentirse socialmente incómodos o cohibidos, pero desean profundamente conectarse con personas que los entiendan a ellos y a sus sentimientos. Los “románticos” del Eneagrama, anhelan que alguien entre en sus vidas y aprecie el yo secreto que han cuidado en privado y ocultado del mundo. Si, con el tiempo, tal validación sigue siendo inalcanzable, los Cuatros comienzan a construir su identidad en torno a cuán diferentes son de todos los demás. El forastero, por lo tanto, se consuela convirtiéndose en un individualista insistente: todo debe hacerse por su cuenta, a su manera, en sus propios términos. El mantra de los Cuatros se convierte en “Soy yo mismo. Nadie me entiende. Soy diferente y especial”, mientras secretamente desean poder disfrutar de la facilidad y confianza que otros parecen disfrutar.

Los Cuatros típicamente tienen problemas con una autoimagen negativa y una autoestima crónicamente baja. Intentan compensar esto cultivando un Yo Fantasía—una imagen idealizada de sí mismos que se construye principalmente en sus imaginaciones. Un Cuatro que conocemos compartió con nosotros que pasaba la mayor parte de su tiempo libre escuchando música clásica mientras fantaseaba con ser un gran pianista de concierto—al estilo de Vladimir Horowitz. Desafortunadamente, su compromiso con la práctica quedaba muy por debajo de su imagen de sí mismo fantaseada, y a menudo se sentía avergonzado cuando la gente le pedía que tocara para ellos. Sus habilidades reales, aunque no eran malas, se convirtieron en fuentes de vergüenza.

En el curso de sus vidas, los Cuatros pueden probar varias identidades diferentes, basándolas en estilos, preferencias o cualidades que encuentran atractivas en otros. Pero debajo de la superficie, todavía se sienten inciertos sobre quiénes son realmente. El problema es que basan su identidad en gran medida en sus sentimientos. Cuando los Cuatros miran hacia adentro, ven un patrón caleidoscópico y siempre cambiante de reacciones emocionales. De hecho, los Cuatros perciben con precisión una verdad sobre la naturaleza humana: que es dinámica y siempre cambiante. Pero porque quieren crear una identidad estable y confiable a partir de sus emociones, intentan cultivar solo ciertos sentimientos mientras rechazan otros. Algunos sentimientos se ven como “yo”, mientras que otros son “no yo”. Al intentar aferrarse a estados de ánimo específicos y expresar otros, los Cuatros creen que están siendo fieles a sí mismos.

Uno de los mayores retos a los que se enfrentan los Cuatros es aprender a dejar ir los sentimientos del pasado; tienden a cuidar las heridas y aferrarse a los sentimientos negativos hacia aquellos que los han lastimado. De hecho, los Cuatros pueden llegar a estar tan apegados al anhelo y la decepción que son incapaces de reconocer los muchos tesoros en sus vidas.

Leigh es una madre trabajadora que ha luchado con estos sentimientos difíciles durante muchos años.

"Me derrumbo cuando estoy en el mundo exterior. He tenido una serie de desastres en relaciones. He odiado la bondad de mi hermana, y odiado la bondad en general. Pasé años sin alegría en mi vida, solo fingiendo sonreír porque las sonrisas reales no venían a mí. He tenido un anhelo constante por lo que no puedo tener. Mis anhelos nunca pueden cumplirse porque ahora me doy cuenta de que estoy apegada al 'anhelo' y no a ningún resultado específico." Hay una historia sufí relacionada con esto sobre un viejo perro que había sido maltratado y estaba cerca de la inanición. Un día, el perro encontró un hueso, lo llevó a un lugar seguro y comenzó a roerlo. El perro estaba tan hambriento que masticó el hueso durante mucho tiempo y sacó de él todo el alimento que pudo. Después de un tiempo, un amable anciano notó al perro y su patético pedazo y comenzó a dejarle comida silenciosamente. Pero el pobre sabueso estaba tan apegado a su hueso que se negó a soltarlo y pronto murió de hambre.

Los Cuatros están en el mismo dilema. Mientras crean que hay algo fundamentalmente malo en ellos, no pueden permitirse experimentar o disfrutar de sus muchas cualidades buenas. Reconocer sus buenas cualidades sería perder su sentido de identidad (como víctima sufriente) y estar sin una identidad personal relativamente consistente (su Miedo Básico). Los Cuatros crecen al aprender a ver que gran parte de su historia no es cierta, o al menos ya no lo es. Los viejos sentimientos comienzan a desaparecer una vez que dejan de contarse su vieja historia: es irrelevante para quienes son en este momento.
(del libro La Sabiduría del Eneagrama, p. 180-182)