Al tratarse de una modalidad de trabajo que aún no termina de afianzarse en Latinoamérica, existen ciertos mitos sobre lo que significa realmente y lo que implica ser un teletrabajador. Con la idea de derribar los estigmas y prejuicios en torno al trabajo remoto, te contamos cuáles son esos mitos comunes y que, por supuesto, no son ciertos (no del todo, al menos).
La tendencia de trabajo remoto viene en aumento, y comienza a ganar terreno en Latinoamérica, y a seguir el ejemplo de países como Estados Unidos, donde los teleworkers ya representan casi el 40% de quienes trabajan activamente. Pero, como en todo lo que significa un nuevo paradigma, se tejen una serie de mitos y conceptos erróneos alrededor, que es necesario desterrar. Estos son algunos de los mitos más comunes que hemos podido recolectar sobre el trabajo remoto y que es necesario aclarar, para que la fuerza de trabajo a distancia siga creciendo.
Una de las ideas que más circulan en torno a la modalidad de trabajo virtual es que la persona tiene la libertad de levantarse a cualquier hora, porque no existen horarios y pueden trabajar cuando se le dé la gana. Pero, como en cualquier otro trabajo, por supuesto que son necesarios los horarios, porque eso permite la organización de todas las tareas.
De hecho, en el trabajo remoto son necesarias y recurrentes las reuniones diarias con el equipo de trabajo o con los responsables para poder aclarar qué se necesita para el día o la semana. Sin contar que los trabajadores remotos cumplen entregas diarias y estas lógicamente tienen un plazo de presentación, adecuada a un horario pactado de antemano.
Además, es importante aclarar en torno a este mito, que tampoco significa que el trabajador remoto esté 24 horas disponible frente a una computadora: cada uno sabe cuáles son sus espacios de descanso.
Este es otro de los mitos más comunes que existen en torno al teletrabajo. Lo cierto es que sucede todo lo contrario. Está comprobado, en base a estudios sobre trabajadores remotos, que el elegir el lugar de trabajo, no estar bajo la presión de un jefe constantemente y no estar encerrado largas jornadas en una oficina, aumenta considerablemente la productividad, porque la persona se siente más relajada y en un entorno más amigable, sin el acecho de distracciones.
Si bien en Latinoamérica el trabajo remoto es una actividad todavía en ascenso, lo real es que el hecho de poder trabajar para empresas de todo el mundo, mejora considerablemente los ingresos de los teletrabajadores.
Por un lado, sus economías no están limitadas a la situación económica del país, que de por sí es muy frágil en la mayoría de los estados latinoamericanos, y por el otro, existe la posibilidad de trabajar con grandes empresas, lo que siempre se traduce en mejores condiciones económicas.
Suele existir la idea de que si no se puede ver a la persona en vivo y en directo, no se puede confiar en ella. Pues, otro grave error de quienes no conocen el trabajo remoto, porque sucede todo lo contrario.
Contratar un equipo remoto ha significado para las empresas tener empleados más confiables, pues se sienten más a gusto con lo que hacen y por lo tanto, lo hacen con más ganas. Además, si el temor se enfoca hacia lo que pueda suceder con ciertos datos o información, claramente la tecnología actual tiene todo esto cubierto, y permite realizarlo de manera segura, tanto para el empleado como para el empleador.
¡Claro que no! De hecho, una de las grandes ventajas del trabajo remoto es que le brinda la posibilidad a personas de edad avanzada,que generalmente son rechazadas en trabajos “tradicionales”, justamente por suedad.
Existe una gran demanda de todo tipo de profesionales para trabajar remotamente; solo se trata de saber dominar los conceptos básicos de lo que implica ser un teleworker, entender cómo funciona y estar dispuesto a adoptarlo como una filosofía de vida. ¡No hay límites de edad para esto!